¿Tu próxima psicóloga va a ser la IA?

A woman sitting comfortably on a sofa using a laptop, depicting a serene remote work setup.

El nuevo debate entre los apocalípticos y los integrados sobre la salud mental

Abramos el melón: ¿IA y salud mental?

En España, a esto que voy a hacer le llaman “abrir un melón”, en Argentina decimos “es todo un tema” para dejar entrever las distintas complejidades del asunto, como anticipando a quien aún así quiera hablar de esto.

Aquí vamos… ¿TODO es IA ahora?

Llevamos ya un tiempo sorprendiéndonos de los avances de la Inteligencia Artificial. Uno de los últimos trending topic fueron las imágenes generadas en el estilo del Estudio Ghibli.

Las redes sociales se llenaron de fotos y momentos personalísimos convertidos en una cuestión estandarizada y homogénea. No estoy a favor ni en contra. Experimentamos, probamos, nos sorprendemos. De eso se trata todo.

En esos mismos días, leí una nota que decía que en el futuro, los psicólogos serán reemplazados por el Chat GPT o cualquier otro tipo de IA.

Lo primero: sentí fue un golpe en la boca del estómago. 

Una cosa es hacer un primer duelo de mi primera profesión (comunicadora) y aceptar que algo del copywriting y las redacciones podrían acabar siendo tarea de la IA. 

Otra cosa distinta es aceptar que “lo propiamente humano” de una interacción, de un encuentro tan íntimo, de tanta vulnerabilidad expuesta y al mismo tiempo, de tanta comprensión, empatía y conexión, sea reducido a una combinación de teclear información, omitiendo “todo lo otro” que pasa en una sesión de psicoterapia individual o grupal.

Lo segundo que hice fue leer los comentarios. En general, para mi los posteos no son más que posteos. “El auténtico melón” está en los comentarios. Ahí se vino el segundo golpe: un montón de personas confirmando esa postura. 

“Menos mal que será así porque “los psicólogos de la sanidad pública dejan mucho que desear”, “son menos humanos que Chat GPT” y otras tantas cosas más. Me arrepiento de no haber guardado la publicación pero confío en que el algoritmo la traerá de vuelta a mi.

Lo tercero: mi respuesta de estos dos cachetazos. Y entonces nació esta nota.

Como buena aprendiz, dije “no hay que reaccionar desde la emoción”, ¿qué me quiere decir esto? y allá fui… a pensar, a ordenar algunas ideas.

Primero, ¿qué está pasando con nosotros colegas, que encontramos a tanta gente herida, rota, en busca de un poco de un poco de validación y tacto y no estamos ahí para darlo?

Si, el contexto nos agobia, se paga poco, estamos quemados, la burocracia y el papelerío nos pasan por encima. O sea, no somos ajenos a la realidad que viven todos, por más que “tengamos herramientas”, como tanto nos repiten amigos, familia y colegas.

Somos humanos al final del día, pero por favor, nobleza obliga: no atentemos contra nosotros mismos ni nuestra profesión, mucho menos contra los demás. Volvamos al punto inicial de todo: la mayoría de los profesionales que elegimos esta carrera lo hicimos porque creemos en la potencia de ayudar a otros y hacer equipo. Cuidemos nuestro propósito. Sé que a veces nos cansamos, sé que a veces soñamos con otras profesiones en donde pagan mejor, pero nuestro lugar es el de defender con uñas y dientes lo que hacemos.

Segundo, y ahí me salen mis orígenes de comunicadora, a eso que aprendí en la C500, el aula de la Universidad Nacional de Córdoba que me abrió a otro mundo. No hay forma de escapar a lo que tan sabiamente planteó Umberto Eco con los “apocalípticos e integrados” respecto a la cultura de masas. Para quienes no están en el tema, paso a explicar brevemente.

Apocalípticos son los que sospechan de todo lo masivo, lo compartido por todos y tienen una posición pesimista de los cambios causados por la llegada de los medios masivos de comunicación. Asumen una actitud desconfiada ante todo lo que implica un cambio en el statu quo y son más conservadores. En este caso, se opondrían a la IA. 

Integrados son los que aceptan los nuevos fenómenos culturales y que sostienen que los medios masivos de comunicación visibilizan y generan acceso a productos culturales y artísticos, que estaban limitados a ciertos grupos de personas. Aceptan sin cuestionar qué hay detrás o de dónde viene aquello que ahora “se consume”. 

Entonces, ahora vamos punto por punto:

AL TEXTO, CONTEXTO

Bueno, soy la que está del lado de “ni un extremo ni otro”.

Es decir, la IA puede facilitar, acortar distancia, ayudarnos a resolver. Quizás puede ser el “alter ego” de un paciente, cuando en un mareo de pensamientos intrusivos y automáticos, necesita alguien que le ayude a repasar las instrucciones sobre cómo calmarse y relajarse. Lo he hecho con pacientes: juntos, redactamos un paso a paso en las notas del celular para esos momentos críticos, en los que yo no estoy y en los que esta persona no puede pensar pero necesita reducir la intensidad del malestar. ¿Quién se opondría a eso? La ayuda llega en el momento justo. Podemos pensar juntos los “prompts” que ayuden a llevar esa calma en el momento en que el desborde agobia. Al fin y al cabo, eso también es lo que hacemos en nuestros espacios terapéuticos: brindar recursos. El uso con sentido, con conciencia, con límite.

Ahora, ¿es la IA la compañía que necesito cuando tengo el corazón roto por haber perdido a un ser querido? ¿Es la IA la compañía que quiero cuando un jefe me cita a su oficina para decirme que me tiene que despedir porque no cierran los números ni los resultados ni nada? ¿Acaso no nos quejamos de lo deshumanizantes, dolorosos, humillantes que son esos momentos, cuando pasamos de ser empleados destacados y proactivos a ser un legajo, un número más?
No creo que las y los psicólogos tengamos todas las respuestas, mucho menos que seamos el “remedio” a tanto malestar. Pero si estamos ahí es porque también vivimos, porque sentimos, porque sabemos lo que es amar y perder a alguien, porque sabemos lo que es “darlo todo” en un momento y perderlo todo en otro momento.

Aunque fantaseamos con aislarnos en la pandemia, después necesitamos retomar el contacto real con personas.

A esto le sumo algo más, ¿acaso nos olvidamos lo que fue la pandemia? Al principio, nos encantaba la idea de reducir las interacciones al mínimo y no tener que movernos de casa. Después, cuando eso se fue extendiendo, ¿no pensamos las mil y una estrategias para encontrarnos con alguien en esa hora permitida de caminata? ¿Acaso no hicimos “fiestas virtuales” para bailar con nuestros amigos? ¿No organizamos desayunos a distancia con nuestros familiares? Algo tiene que haber ahí, algo que no se resuelve en la programación, la informática, la IA ni nada. La tecnología facilitó, pero no reemplazó.

A veces pienso que “la grieta”, ese famoso asunto argentino, en realidad es una forma de pensar mundial, que solo hemos aprendido a pensar en extremos, dejando de lado el esfuerzo de aprender a convivir en el medio. Y ahí, en el medio, es donde se dan las mejores conversaciones. Con IA para algunas cosas, sin IA para otras. Pacientes que pasaron por mi consultorio me escucharon decir muchas veces “un martillo es un martillo y sirve para algunas cosas: por ejemplo, clavar. Pero no sirve para otras: por ejemplo pintar o ser una rueda de auto”. Entonces, usemos las herramientas, pero elijamos cómo. No todo sirve para todo.

LO FORMATEADO E INDUSTRIAL

Una de las críticas que se hace desde el costado apocalíptico es “lo masivo y deslocalizado” de lo producido. Entonces, aquí también podemos aplicar la misma lógica. ¿Acaso no estamos todos un poco cansados de los mensajes del tipo “Instagram” que te pintan lo maravilloso de la vida, que “keep calm and breathe”, y un sinfin de promesas de vida feliz, olvidando que no todos partimos del mismo lugar. 

Con la IA pasaría lo mismo: una respuesta acertada en principio si, pero deslocalizada, sin el menor conocimiento de tu historia, de tus puntos de dolor, de todo lo que te hace ser quien sos. 

Tal como dice Eco “El producto debe agradar al cliente, no debe ocasionarle problemas, el cliente debe desear el producto …” . Ninguna IA que se jacte de «inteligente» te va a confrontar o discutirte. Al fin y al cabo, lo que sucede con tu «alter ego IA» es que la estás modelando.

Por otro lado, ¿qué pasa con nosotros que queremos acortarnos el camino de pensarnos, de darle más “profundidad”, espesor y matices a lo que sentimos, a los que nos interpela, lo que pensamos sobre nosotros y lo que nos rodea? Si la lógica de economizar y encontrar soluciones como “fast food” es lo que nos guía para todos y cada uno de nuestros problemas, entonces quizás el problema no sea que la IA va a reemplazar  a tu psicólogo, sino que va a reemplazarte como HUMANO.

ENTONCES ¿QUÉ?

Como sostiene Eco, hay que plantear mejor la pregunta-problema. No se trata de preguntar en términos de bueno o malo. 

¿qué acción cultural es posible para hacer que estos

medios de masa puedan ser vehículo de valores culturales?».

Si la sociedad industrial y de medios existe, ¿cómo podemos poner esos aspectos a jugar “a nuestro favor”? Que cada uno ensaye su respuesta.

No caigamos en las falsas dicotomías, que están anulando nuestro espíritu crítico y nuestra propia capacidad de pensar. Aún cuando estoy a favor de la terapia, también sé que la salud mental no pasa únicamente en un consultorio. 

Que a veces ni siquiera lo que proponemos en estos espacios es suficiente para lo que nuestros pacientes necesitan. 

Que en ocasiones solo podemos ofrecer 50 minutos de refugio y calma para que ellos vuelvan a esa vida que no pueden cambiar porque no pueden luchar contra todo un contexto. 

También sé que muchas veces podemos ofrecerlo a quienes pueden pagarlo. Si, esto tampoco se me escapa. 

Pero también sé que muchas veces esos 50 minutos son la punta del iceberg de algo que se «enciende» y empieza a transformarse. Sé que, con todas las herramientas, podemos hacer un cambio. El «efecto mariposa», le dicen.

Y bueno, si después de todo, te convence pensar que la IA va a ser nuestro reemplazo, no te preocupes. Seguramente, el día que no te sientas del todo bien y que el mundo se ponga patas para arriba, incluso cuando haya un apagón mundial y te quedes sin poder chatear con tu IA, ahí estaremos un buen número de colegas y yo para decirte “acá estamos, no estás solo”.

Categories: ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *